martes, 10 de abril de 2007

Científicos de la UBA analizarán muestras de cientos de troncos porteños

Tras los hongos que dañan a los árboles

Crearán una base de datos para identificar los que están en riesgo ya sí reponerlos antes de que se caigan



Muestras de troncos de cientos de árboles porteños serán puestas bajo el microscopio

para detectar si están afectadas por hongos que debilitan al ejemplar y reducen la resistencia del tronco
o fuste hasta hacerlo caer por su propio peso.
Otras veces, una tormenta los derriba por ser muy endebles y culmina así la labor iniciada por estos minúsculos seres, que al alimentarse de la madera, la pudren.
"Estos hongos constituyen un peligro silencioso porque atacan el fuste, las ramas o las raíces del árbol,
y sólo se observan a simple vista cuando ya es demasiado tarde.
La idea es adelantarse mediante estudios de laboratorio para determinar
si constituyen o no un riesgo para la ciudad",
señala la doctora Silvia Edith López, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Instituto Proplame-Prhideb, del Conicet, a cargo de esta investigación junto con la estudiante Carolina Robles y con acuerdo del gobierno porteño.
Según el único censo oficial (2001), la metrópoli porteña cuenta con 356.794 árboles. De ellos, el 44,8% son fresnos y el 9,6%, plátanos.
Esta especie fue una de las más atacadas por diferentes hongos, según un estudio previo del equipo dirigido por López. Por eso, ahora serán objeto de su atención.
"Casi siempre se atendió a las plagas o enfermedades del follaje porque es lo que se ve. Pero si un árbol tiene las hojas enfermas es una cuestión funcional y estética, pero no un riesgo para la población. En cambio, un fuste que pierde su resistencia puede ocasionar daños", compara la bióloga. Prevenir posibles accidentes es uno de los objetivos de este estudio que empezará por determinar el estado de los troncos de un número representativo de plátanos, pero ambiciona ampliarlo a otras especies en el futuro.
"En Europa conocen los árboles uno a uno y llevan un registro de su historia", dice, de acuerdo con esa medida.
Arboles estresados
Echar raíces en la ciudad no es tarea fácil.
Erguirse en medio de tuberías, escombros, baldosas que aprisionan, aguas ácidas y gases tóxicos de los autos altera a cualquiera...
Y el árbol sufre estrés como cualquier mortal. Ni hablar cuando un vecino se empeña en destruirlo o se ensañan con la poda.
"En Buenos Aires, como en cualquier otro lugar poblado, los árboles están en desventaja porque se desarrollan fuera de su ámbito natural y deben combatir las agresiones urbanas.
Por ejemplo, cuando el cantero es muy chico, el ejemplar crece formando un tumor por encima de la vereda, debido a esa restricción de su desarrollo en diámetro", indica en el Laboratorio de Micología del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental.
Si los ataques superan a las defensas, el delicado equilibrio se rompe y el ejemplar tiene más riesgo de desarrollar enfermedades.
En esas condiciones, los hongos que se alimentan de la madera se preparan para el festín.
Denominados xilófagos (porque se alimentan de la madera), esos seres diminutos invaden y atraviesan el tronco.
"Se diseminan por la planta, pero en la etapa inicial no se detectan a simple vista.
A veces lleva años hasta que el árbol exhibe una o varias estructuras externas que revelan el ataque: las fructificaciones del hongo. Cuando esto ocurre, la madera mostrará una contextura parecida a un corcho. Si uno golpea el tronco, notará un sonido hueco. Esto da indicios de la pérdida de resistencia. En esta etapa ya es demasiado tarde y el ejemplar corre peligro de caerse", describe.
La naturaleza es generosa en diversidad y los hongos no son la excepción. "En un estudio realizado hace años, nuestro equipo detectó quince especies de hongos en la ciudad de Buenos Aires. En esa oportunidad -indica-, analizamos las cepas para averiguar su capacidad de degradación de los componentes de la madera.
Los resultados mostraron que algunos xilófagos son muy agresivos y pueden producir hasta un 70% de pérdida de la resistencia en un año. Otros, en cambio, son más lentos.
" Precisar qué hongo afecta a los plátanos deteriorados es otro objetivo.
"Cuando terminemos de recoger las muestras, podremos saber el promedio de expectativa de vida de los árboles enfermos para hacer un programa de renovación", anticipa. Pero una vez que los hongos hicieron pie en el árbol, poco se puede hacer para salvarlo.
"En la ciudad es muy difícil combatirlos porque los métodos de control, como la fumigación, están limitados por la cercanía de la población", advierte.
Sin demasiadas armas para contrarrestar la enfermedad, una vez desatada, sólo queda calcular la sobrevida en cada caso.
"Se puede predecir la vida útil del ejemplar según el hongo que lo ataque. Esto permitirá elaborar un calendario de reposición para evitar que un viento fuerte derribe al endeble ejemplar con los riesgos que esto acarrea", concluye. Por Cecilia Draghi Para LA NACION
Podemos ayudar
Los árboles, que reducen la contaminación sonora, capturan gases tóxicos y liberan oxígeno, nada pueden hacer ante la mano del hombre.

"Cuando la poda es indiscriminada, las heridas que quedan son puertas de entrada para agentes patógenos", explica la doctora Silvia López.
Otro tanto ocurre con daños en la zona basal. "En la Costanera -pone como ejemplo-, la gente prende pequeñas fogatas que dejan desprotegido al ejemplar y permiten que el hongo u otro agresor ingrese hasta el corazón del tronco."

Lunes 2 de abril de 2007
Nota La Nacion Suplemento Ciencia /Salud

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