martes, 15 de julio de 2008

La autoestima: un equilibrio necesario, pero complejo

Una persona que no está satisfecha consigo misma no podrá afrontar la vida con la decisión y optimismo necesarios, lo que desembocará en una falta de confianza en su entorno y en todos los ámbitos de su vida
El valor que cada persona se otorga a sí misma es de vital importancia para el propio bienestar y para las relaciones personales. Un juicio poco realista y negativo puede ocasionar decepciones reiteradas que no harán más que mantener un ánimo decaído. Si, por el contrario, se consigue dar valor a las propias cualidades, sin atender en exceso a los defectos personales, es posible mejorar la forma de afrontar tanto las situaciones favorables como las adversas. Además, si se consigue cambiar la comunicación con uno mismo y con los demás de forma que nadie salga perjudicado, el bienestar está garantizado.
Nuestra propia valoración
La autoestima es la valoración que hace cada persona de sí misma. Tiene mucho que ver con el autoconcepto, que es la forma en que cada uno se percibe. Este "autoconcepto" se construye a través del tiempo mediante la información que llega de los demás y que se añade al concepto que se tiene de uno mismo. De ahí que una buena autoestima suela provocar un efecto positivo en cadena en la vida de las personas y los distintos procesos a los que deben hacerse frente se afrontan con seguridad, motivación y una dosis extra de optimismo. Es obvio pensar que, con estos elementos, quienes gozan de una autoestima elevada tienen un mayor número de probabilidades para triunfar en la vida laboral, familiar y social.
Por el contrario, los efectos de una baja autoestima suele ser negativos. La persona que no está satisfecha de sí misma raramente afrontará la vida con la decisión y optimismo necesarios. Este déficit desemboca en falta de confianza y se convierte en un motivo más para reforzar la valoración negativa que una persona realiza de sí misma. Es lo que se conoce como "la profecía de autocumplimiento", un efecto que se produce cuando alguien no se valora en exceso, rinde por debajo de sus posibilidades y genera un circuito cerrado de acontecimientos en los que la baja autoestima se mantiene por debajo de lo normal, ya que los "malos" resultados confirman la mala opinión que un individuo tiene de él mismo.
La autoestima forma parte importante de la comunicación humana. De hecho, la confianza que desprende un individuo con una buena autoestima es vital para el mantenimiento de relaciones sociales sanas, ya que no sólo se conseguirá el respeto de los demás sino que además servirá para conservar un buen autoconcepto. También la falta de confianza en las relaciones causada por una baja autoestima se hace evidente ante los demás: las relaciones son desiguales, de baja calidad y se crea un círculo que se retroalimenta y se mantiene en el tiempo.
¿Se puede modificar la autoestima?
Con el fin de que la autoestima de uno mismo sea mayor, es necesario hacer un ejercicio de autoevaluación realista. Esto puede ser tan sencillo como escribir un listado de cualidades personales en el que se incluyan también algunos defectos. Para ello, es aconsejable relajarse, buscar un momento tranquilo sin que estímulos externos distraigan la atención.
Una vez efectuada la lista, debe guardarse como algo muy valioso, porque conviene concienciarse de que las cualidades personales son las herramientas de las que dispone una persona para afrontar los distintos acontecimientos, tanto positivos como negativos. La inclusión de algunos defectos también es necesaria porque es importante aceptarlos como parte de uno mismo. No existe la "persona sin defectos" y, por este motivo, deben ser tolerados y comprendidos, pero sin que lleguen a tomar protagonismo. El listado sirve además para recordar las bondades que hay en uno mismo y utilizarlo cada día como la parte más importante.
Hay que tener en cuenta que la autoestima se construye con la experiencia de cada uno y es la que permite la valoración del autoconcepto, que influye en lo que nos decimos a nosotros mismos y que se conoce como el "auto-habla". Las personas con baja autoestima suelen mantener un auto-habla negativa sobre sí mismas, califican sus acciones por debajo de lo normal y de forma poco realista. Prestar atención a las afirmaciones que cada persona realiza de sí misma y de las acciones que lleva a cabo es de vital importancia para identificar las que priman la perspectiva negativa de su autoconcepto. Enunciaciones como "no puedo" o "es imposible" deben cambiarse por otras positivas como "podría" o "intentaré" para no cerrar la mente a posibilidades más optimistas.
Lo mismo sucede con la opinión sobre los propios defectos, que aparecen como sentencias que autoevalúan de forma negativa. Es aconsejable modificarlas por otras más positivas que realcen las cualidades más que los defectos. No obstante, si se hace demasiado difícil sustituirlas, se puede recurrir a colocar un "pero" al final de la frase para introducir alguna de las cualidades personales que ayudará al optimismo: "me costará conseguirlo, pero mantendré mi constancia para intentarlo".
Una de las condiciones para reforzar la autoestima pasa por atender cómo se desarrolla la comunicación con los demás. Si se ejercita lo que llamamos asertividad (capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular ni manipular a los demás) para la comunicación interpersonal, la autoestima aumenta y la comunicación mejora. Si se logra respeto hacia los propios valores y opiniones sin sentirse culpable, sin imponer ningún criterio y sin despreciar el punto de vista ajeno, la sensación de bienestar con uno mismo en relación a los demás no tardará en aparecer.
Si se añade, además, un tono seguro y firme, aunque no ofensivo, se conseguirá que las otras personas acepten de buen grado opiniones e iniciativas, lo que redundará de manera beneficiosa en el autoconcepto. Así, se mejorará la autoestima personal sin que nadie se sienta inferior y evitará el propio menosprecio.
Pero, ¿qué sucede en el caso contrario?
Por lo tanto, mantener una buena autoestima es muy sano, y se hace indispensable cuidarla y mantenerla en un estado óptimo. Sin embargo, en exceso puede causar efectos nocivos, similares a los que pueden sufrir las personas con un déficit. Y es que no debe confundirse una buena autoestima con una actitud engreída, que sí puede inducir incomodidad en los demás y generar relaciones desiguales que terminan perjudicando el bienestar propio y del entorno.
Además, quien se estima en exceso no es muy consciente de ello, y mucho menos de los problemas que le ocasiona. Por este motivo, es importante atender a la opinión de los demás. La sobreestimación de uno mismo puede causar una actitud defensiva e intolerante, incluso, hostil.
Una persona que se sobreestima, a su vez, minusvalora a los demás y ello le provoca más conflictos en sus relaciones. En este caso, sirve de poco intentar convencerla de que se equivoca actuando de esta manera. Sin embargo, se puede realizar el mismo ejercicio de comunicación que con la autoestima baja: practicar la asertividad. Así, se puede mantener un punto de vista firme pero sin causar daños ni conflictos innecesarios. Es más, la asertividad despertará en los demás el respeto y admiración que la persona desea, pero de una forma sana y controlada.
Fuente: http://revista.consumer.es/web/es/20080701/interiormente/72929.php

miércoles, 2 de julio de 2008

Nitratos en los vegetales

Es preferible evitar que estos compuestos entren en la cadena alimentaria humana porque pueden transformarse en sustancias nocivas para la salud

Los efectos beneficiosos de los vegetales son numerosos y ya conocidos. No obstante, la presencia en estos alimentos de nitratos puede suponer un peligro para la salud. Ahora, un reciente estudio realizado por el Grupo Científico sobre Contaminantes de la Cadena Alimentaria de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (CONTAM) evalúa los posibles riesgos y beneficios del consumo diario de hortalizas en las dietas.

Las frutas y las hortalizas son importantes componentes de una dieta sana y equilibrada, y su consumo diario en cantidades suficientes ayuda a reducir el riesgo de determinadas enfermedades, además de favorecer el tránsito intestinal o proporcionar un efecto antioxidante en el organismo.
Según el estudio publicado por los expertos de la EFSA, el consumidor debe comer aproximadamente 400 gramos diarios de una mezcla de vegetales, es decir, frutas y verduras. Con esta cantidad no se sobrepasa la ingesta diaria admisible (IDA) de nitratos y se asegura el efecto antioxidante y preventivo de los vegetales. Sin embargo, el estudio destaca que una pequeña parte de la población de la UE, aproximadamente un 2,5%, supera la ingesta recomendada de vegetales, con lo que podrían superar la cantidad diaria admisible de nitratos.

La EFSA ha pedido a la Comisión Europea un dictamen sobre los nitratos en las hortalizas para poder examinar el equilibrio entre los riesgos y los beneficios de su consumo. El CONTAM, junto con un experto grupo de trabajo, ha realizado diferentes estudios epidemiológicos cuyos resultados no indican que la ingesta de nitratos de la dieta esté asociada con un mayor riesgo de enfermedades. Sin embargo, los cambios en los compuestos de nitrato, como el nitrito y el óxido nítrico en el cuerpo humano, sí que pueden tener implicaciones para la salud.

Cómo llegan a los vegetales

Frutas, tomates o judías verdes acumulan muy poca cantidad de nitratos en su interior, al contrario que espinacas, acelgas o lechugas

Una parte de los nitratos presentes en los vegetales viene dada de manera natural, debido al ciclo del nitrógeno. En este fenómeno la planta asimila el nitrógeno inorgánico en forma de nitratos para utilizarlos posteriormente en la síntesis de proteínas. No obstante, existen factores externos que pueden aumentar la concentración de esta sustancia en el vegetal, como su presencia en el agua. Una práctica agrícola inadecuada, los residuos industriales o la mala gestión de los residuos domésticos contribuyen al incremento de nitratos en las aguas que, posteriormente, absorben los vegetales.
Una agricultura intensiva, sin rotaciones de cultivo, conlleva un abuso de fertilizantes químicos ya que la materia orgánica presente en el suelo se va agotando en cada cultivo. De esta manera, el uso de abonos nitrogenados de origen químico es la manera más eficaz de alimentar el vegetal y de asegurar la cosecha año tras año. No obstante, además de aumentar la presencia de nitratos, se disminuye de forma considerable la calidad y la inocuidad de los vegetales.
Otro factor decisivo para la acumulación de nitratos en los vegetales es su crecimiento en el invernadero. Este sistema, que permite obtener productos fuera de temporada, implica sin embargo que la acumulación de nitratos vaya creciendo y, llegado el momento de su consumo, el vegetal puede llegar a duplicar o triplicar su concentración inicial. La especie de vegetal también influye en el contenido de nitratos presente. Las frutas, tomates o judías verdes acumulan muy poca cantidad de nitratos en su interior, mientras que en las espinacas, acelgas o las lechugas pasa lo contrario.
Principales fuentes de obtención
Las verduras representan más de la mitad de la ingesta total de estas sustancias, así como las conservas de carne y el agua potable. También están presentes en la mayoría de las hortalizas del mercado, aunque en distinto grado. Las hortalizas de hoja verde, como por ejemplo las espinacas, lechugas o rúcula, tienen un contenido más elevado de nitratos, mientras que la fruta contiene una menor concentración. Por este motivo es más importante el tipo de vegetal que se consume que la cantidad. Las verduras cultivadas en los países del norte de Europa contienen un mayor contenido en nitratos, ya que están expuestas a una menor cantidad de luz solar.

Según el estudio de la EFSA, las personas que únicamente se alimentan de vegetales y, por tanto, consumen una gran cantidad de frutas y hortalizas a diario, no deben preocuparse por la cantidad de nitratos en su dieta. En raras ocasiones se sobrepasaría la IDA recomendable de nitratos puesto que sus necesidades de proteínas están cubiertas por el consumo de cereales, frutos secos y legumbres, productos con bajos niveles de nitratos. Además, debe tenerse en cuenta que no consumen proteína de origen animal, cuya concentración en esta sustancia es elevada.

Algunas hortalizas como la lechuga o las espinacas ya están sujetas a la normativa de la UE por la cual se establece un contenido máximo de nitratos en su composición. Aun así las autoridades responsables insisten que no hay peligro alguno por el consumo racional de vegetales. Se calcula que los consumidores de hortalizas con elevadas concentraciones de nitratos deberían comer cantidades considerables y con una frecuencia diaria para que pudiera representar un riesgo para su salud. Con esto, la EFSA señala que el consumo de hortalizas a este nivel no es probable que ocurra durante un largo período de tiempo y, por tanto, considerando que se exceda la IDA de nitratos ocasionalmente, no representa ningún problema para la salud.


Cómo reducir su presencia

  • Eliminar la parte más externa del vegetal antes de consumirlo. Las hojas más externas son más ricas en nitratos.
  • Consumir las frutas y hortalizas lo más frescas posible. De esta manera evitaremos la transformación de los nitratos a nitritos.
  • Lavar cuidadosamente de una en una las hojas de la verdura que se vaya a consumir cruda.
  • Así se eliminan partes de nitratos y nitritos ya que son compuestos muy solubles en agua.
  • Las frutas deben secarse con un paño después del lavado.
  • Evitar las hortalizas envasadas en plásticos. Los nitritos se desarrollan más rápidamente durante el almacenamiento.
  • Mantener los alimentos en refrigeración porque a temperatura ambiente las bacterias que transforman los nitratos en nitritos se multiplican rápidamente.
  • Consumir preferentemente los vegetales propios de cada estación y evitar así los de invernadero.
  • Consumir preferentemente productos procedentes de la agricultura ecológica, ya que estos no usan abonos químicos para su desarrollo.
  • No aprovechar el agua de cocción de aquellas verduras ricas en nitratos para la elaboración de sopas o purés.
  • No recalentar verduras ya cocidas con anterioridad, pues con ello aumenta la proporción de nitritos.
    Autor: Por NATÀLIA GIMFERRER http://www.consumaseguridad.com/ciencia-y-tecnologia/2008/07/02/178187.php

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