viernes, 31 de julio de 2009

El consumo responsable agroecológico como alternativa

Habitualmente, se considera una cuestión individual la adopción en nuestra vida cotidiana de pautas alimentarias que concilien la alimentación saludable con el consumo crítico y responsable. Si basamos nuestra alimentación en frutas, verduras, legumbres, cereales y miel y reducimos el consumo de carne, cubriremos las necesidades de azúcar y de proteínas de nuestro cuerpo, eliminando de nuestro consumo la comida rápida y los productos industriales, que benefician a las multinacionales de la alimentación. Si además compramos directamente, a los pequeños campesinos locales que se esfuerzan en cultivar sin productos químicos, estamos ayudándoles a no contaminar y contrarrestando la lógica de la globalización económica que les condena a desaparecer.

Este cambio de conducta es necesario, pero no podemos enfrentarnos a un problema social cada vez más importante en la infancia y adolescencia de los países ricos (obesidad infantil, sedentarismo y consumismo individualista y autolesivo) como si fuera un problema de ámbito privado. Se trata de un problema político y social, causado por el modelo alimentario impulsado por la modernización y generalizado por la globalización. Por ello es fundamental educar, desde la escuela, en otro tipo de consumo: un consumo sano, rechazando la producción industrial de alimentos con productos químicos y transgénicos; un consumo crítico ante el despilfarro, el individualismo, la contaminación y el monopolio criminal de la producción y distribución de alimentos en manos de las multinacionales; un consumo responsable y solidario con la situación de los pequeños agricultores y trabajadores del campo; y un consumo potente para defender la seguridad alimentaria y recuperar una relación de reciprocidad entre el campo y la ciudad, el norte y el sur, autóctonos e inmigrantes.


La lucha por un "peso optimo para toda la vida" debe comenzar desde la infancia. Pero nuestros niños, víctimas de la manipulación publicitaria, no pueden hacerlo solos. Nosotros, aunque también somos víctimas de dicha manipulación, sí podemos. Los cambios en la dieta diaria son el punto de partida. Es urgente disminuir la ingesta de hidratos de carbono "rápidos" procedentes de azúcar y cereales refinados, sustituyéndolos por hidratos de carbono "lentos" procedentes de frutas, verduras y cereales integrales. Los refrescos azucarados industriales, incluidas las colas, que contienen fructosa, más barata y dañina que el azúcar refinado, deben ser sustituidos por zumos naturales o por agua. Las grasas deben ser limitadas, especialmente las de origen animal, sustituyéndose por el aceite de oliva y frutos secos. Las redes de consumidoros responsables de las ciudades debemos crecer en diálogo con productores agroecológicos que, sin nuestra cooperación, se ven avocados a abandonar la producción ecológica o entregarse, a su pesar, a Carrefour y otros de su entorno.

Comprometerse en proyectos de consumo responsable, fomentar la educación alimentaria y realizar actividades con niños y mayores, para impulsar el consumo de alimentos ecológicos. La proliferación de consumidores y agricultores responsables pondrá la fuerza necesaria para impedir los abusos publicitarios de las multinacionales que condicionan a nuestros niños para que adquieran hábitos alimentarios enfermantes.



Leer nota completa http://nodo50.org/tortuga/Como-nos-envenenan-La-seguridad




¿DE QUÉ SE RESPONSABILIZA LA AGROECOLOGÍA?


La agricultura ecológica surge a partir de 1960 en los países occidentales, como reacción a los daños de la agricultura industrializada sobre el medio ambiente y la salud de las personas. Sus diversas escuelas buscan satisfacer a consumidores y ciudadanos preocupados por el deterioro ecológico y las enfermedades alimentarias. Todas ellas proponen formas de manejo agrícola y ganadero sostenible, conjugando prácticas campesinas tradicionales y planteamientos ecológicos.



La aspiración de estas agriculturas “alternativas”, centradas en minorar el impacto ecológico y social de la desaparición de los procedimientos campesinos, pasa por recuperar la relación perdida con la naturaleza. Pero lo hacen sin apostar por la construcción de un sujeto social ni confrontarse con el modo de producción global de alimentos y con los intereses del negocio agroalimentario.

El Consejo Nacional de Investigación de EE.UU. definió en 1989 la Agricultura Ecológica como: “un sistema de producción de alimentos y fibra que persigue los siguientes fines: a) mayor incorporación de procesos naturales (ciclo de los nutrientes, fijación del nitrógeno, relaciones depredador-presa, etc.) en los procesos de producción agrícola; b) reducción de los insumos [1] más agresivos para el medioambiente y la salud de agricultores y consumidores; c) incremento del uso del potencial biológico y genético de las especies de plantas y animales; d) asegurar la sostenibilidad de los actuales niveles de producción, adecuando el modelo y el potencial productivo a las limitaciones físicas de las tierras de cultivo; e) eficiencia productiva con énfasis en la mejora del manejo y la conservación de suelo, agua, energía y recursos biológicos. La Agricultura Alternativa no es solo un conjunto de prácticas de manejo, sino que incluye un espectro de sistemas agrícolas, desde el sistema orgánico que utiliza los insumos químicos sintéticos, hasta aquellos que incluyen un prudente uso de plaguicidas o antibióticos para el control de ciertas plagas y enfermedades.” [2]


Leer Nota Completa:

http://www.nodo50.org/lagarbancitaecologica/garbancita/

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